| Descripción |
Cuadro de formato horizontal que tiene con tema principal un grupo de ocho personas posando para una fotografía, situadas en primer plano a la izquierda. Son cuatro mujeres y cuatro hombres, los hombres se colocan juntos a la izquierda y las mujeres a la derecha. Todos llevan sombrero en tonos oscuros, excepto uno de los hombres. Estos visten pantalones en tonos azules, dos de ellos llevan chaqueta y los otros dos un poncho rojo, esos dos hombres tienen bigote. Las mujeres llevan faldas ralladas con el borde inferior festoneado y chales de colores, dos fucsia, uno naranja y otro rojo, collares de cuentas rojas o amarillas y pendientes largos. La mujer del extremo derecho está hilando lana de color blanco con un huso. El fotógrafo viste pantalón y chaqueta, sujeta la cámara con la mazo iquierda y con la derecha su sombrero. A su derecha hay un perro de color blanco observando la escena, a su izquierda una mujer con falda, chal fucsia, pendientes y sombrero, está en cuclillas, sosteniendo un ave de color amarillo entre las manos. A los pies de la mujer se disponen cinco aves amarillas que picotean granos del suelo. Esta escena está enmarcada en la zona inferior del cuadro por flores de color fucsia. En el extremo izquierdo encontramos una fuente. En la zona inferior derecha hay una valla gris con alambre de espino, junto a ella dos mujeres con falda, poncho fucsia, pendientes de aro y sombrero, una de ellas sostiene una cuerda que está atada al cuello de una llama blanca, sobre ella hay un hombre a horcajadas, viste pantalón, camisa y sombrero. Detrás de esta escena hay cuatro aves amarillas picoteando el suelo y un hombre rubio (el resto de los personajes representados son morenos) que viste zapatillas deportivas de colores, pantalón y chaqueta. Lleva una gran mochila roja a la espalda y sostiene con ambas manos una cámara con dispositivo de "flash". Tras este personaje se sitúa una casa de color amarillo claro con puerta de madera y techo de tejas. A la misma altura, en la zona derecha, hay una casa delante de la que se colocan las ocho personas que posan para la fotografía, es rectangular de color gris con tejado de cinc, una puerta de madera y tres ventanas con rejas negras que forman volutas. Tras este edificio, en la zona media izquierda se disponen otras tres casas. En la zona central hay un edificio rectangular con dos torres. Tras él parcelas rectangulares de cultivo, en distintas tonalidades verdes y amarillas. Junto a ellas aparecen dos mujeres, una de espaldas y un gran árbol con aves. Más allá de los cultivos encontramos un paisaje rocoso con algunos árboles, a la derecha hay dos grupos de ovejas, en uno de ellos hay una mujer hilando con un huso y un perro marrón, en el otro un hombre con poncho rojo sobre una llama marrón, el hombre toca una flauta de pan. Entre los grupos de ovejas hay una pareja que lleva un atado de hierba de gran tamaño a la espalda. El cielo es azul claro, está lleno de nubes de color lila y surcado por distintas especies de aves. En el lado izquierdo vemos un sol radiante dispuesto sobre una nube.
El soporte de la pintura es piel de borrego clavada al bastidor en la zona exterior, donde tanto el bastidor como la piel están pintados de negro.
Clasificación razonada:
El arte Tigua surge en Ecuador en la década de los 70 del siglo XX, en las comunidades de la región de Tigua (provincia de Cotopaxi). Olga Fisch, coleccionista y marchante húngara, al admirar las pinturas que decoraban los tambores empleados por las comunidades kichwa en la fiesta del Corpus Christi, propone a los futuros pintores emplear los mismos motivos en un nuevo soporte, los cuadros, que eran más fáciles de transportar y también más fáciles de vender a los occidentales. Aunque el soporte era distinto, el material seguía siendo el mismo, ya que la piel de borrego de los tambores se empleó como lienzo en los cuadros. La piel de borrego para el lienzo antes era procesada y curtida en casa, ahora muchos la compran ya preparada, como en este caso, de esta forma se impide que los cambios climáticos cuarteen la superficie del cuadro o que se desprenda la pintura. Al principio, utilizaron como pintura las mismas anilinas que empleaban en el teñido de la lana, pero pronto comenzaron a utilizar esmaltes y pintura acrílica, actualmente algunos pintores, como Julio Toaquiza, emplean óleo en sus obras.
Julio Toaquiza y su hermano Alberto fueron los precursores del arte Tigua. Ellos enseñaron las técnicas de la pintura de caballete a otros miembros de su familia y de su comunidad. Posteriormente la actividad pictórica se extendió a otras comunidades de la zona. Esta obra es un retrato de la familia Toaquiza. Julio Toaquiza nace en 1946, en el seno de una familia con 11 hijos, sus padres trabajaban como jornaleros en la Hacienda de Tigua. Con ocho años comenzó a trabajar en la hacienda, posteriormente se dedicó a la producción y venta de arte para comerciantes de Quito. Hacia 1973 comienza a pintar cuadros. Julio es padre de 7 hijos: Alfredo, Gustavo, Alfonso, Targelia, Magdalena, Luzmila y Wilson, todos ellos son artistas. La familia Toaquiza ha sido la más influyente en el desarrollo de esta forma de expresión artística. Su continua experimentación ha llevado a innovaciones en cuanto a materiales, técnica, temas y composición de las obras. Alfredo Toaquiza, uno de los hijos de Julio, es hoy día el pintor más reconocido. Alfredo es propietario de una galería dedicada a la pintura de Tigua, donde podemos encontrar sus cuadros y las obras de otros pintores.
Son características del arte Tigua las escenas corales, con multitud de personajes inmersos en el paisaje andino de la provincia de Cotopaxi, así como el empleo de colores intensos y brillantes, y la falta de perspectiva y volumen. Los personajes llevan la indumentaria tradicional, destacando los ponchos rojos de los hombres y los chales fucsias de las mujeres.
En el paisaje se vislumbran los cultivos de cebada, papas y habas en las empinadas laderas, llamas y ovejas pastando, así como viviendas y la iglesia de Tigua Chimbacucho (el edificio con dos torres situado en el centro de la obra). Estos elementos contrastan con los azules cielos cruzados por nubes y llenos de aves. Normalmente encontramos tres niveles en las pinturas, en primer plano se sitúa la escena principal, hay un nivel medio con casas y campos cultivados, y un nivel superior con el páramo, las montañas y el cielo. La composición de los paisajes es fiel reflejo de la organización productiva de la comarca. En las zonas más bajas, entre 3.400 y 3.800 metros sobre el nivel del mar, se encuentran las viviendas y los cultivos; y, más arriba, entre 3.800 y 4.200 metros, el páramo o "ujsha sacha", a donde se llevan a pastar los rebaños a primera hora de la mañana y se recoge la hierba ("ujsha") que sirve como combustible. Mientras las ovejas pastan es habitual que la persona encargada de vigilarlas pase el tiempo hilando, si es una mujer (el hilado es una tarea femenina, el tejido masculina), o tocando la flauta de pan o rondador en el caso de los hombres.
Los temas representados con mayor frecuencia en la pintura de Tigua son las fiestas religiosas, las actividades cotidianas tradicionales y el ciclo vital, pero también encontramos temáticas más reivindicativas, como los levantamientos indígenas. Las actividades cotidianas tradicionales (agrícolas, ganaderas, artísticas y comerciales) ocupan un lugar importante, ya sea como tema principal o como complemento de otras escenas, como en este caso, donde el hilado, el pastoreo, la cría de aves domésticas o la recogida de combustible complementan la escena principal. La mayoría de la gente de la zona se dedica a la agricultura y la ganadería de subsistencia, vendiendo en el mercado el exiguo excedente. Todos los miembros de la familia, incluidos los niños, ayudan en las tareas del campo. Se cultivan distintas variedades de papa, habas, cebollas, quinua, altramuces y cebada. También crían ovejas, llamas, cuyes (conejillos de Indias) y aves de corral.
El arte Tigua refleja la cultura y cosmovisión kichwa, así como su tradicional modo de vida. Aunque se han producido muchos cambios en su sociedad en las últimas décadas, normalmente la mayoría de las pinturas no los reflejan, centrándose en su universo tradicional y, por lo tanto, ofreciendo una visión atemporal. Aunque en esta obra aparecen elementos que nos hablan de la actualidad, como las viviendas, los sombreros que utilizan o la presencia del turista. Las viviendas tradicionales tienen paredes de adobe y techo de paja, pero en la actualidad han sido sustituidas por casas de ladrillo o bloques de cemento y tejado de cinc o tejas, como las que aparecen en esta obra. El sombrero tradicional es de fieltro grueso de color blanco, actualmente hombres y mujeres prefieren llevar el sombrero de tipo fedora, también de fieltro, en colores oscuros, como los que llevan los personajes de esta pintura. Esta obra refleja también la importancia que tiene el turismo, que repercute en la economía de muchas comunidades indígenas. Los turistas suponen el principal cliente de los pintores de Tigua.
Bibliografía:
BONALDI, Francesca (2010): Entre dos culturas: Los pintores andinos de Tigua. Quito: Ediciones Abya-Yala.
COLVIN, Jean G. (2004): Arte de Tigua. A reflection of indigenous culture in Ecuador. Quito. Ediciones Abya-Yala.
POLLARD ROWE, Ann, MEISCH, Lynn A. y MILLER Laura M. (1998): Costume and Identity in Highland Ecuador. Washington: Textile Musem.
WEISMANTEL, Mary J. (1994): Alimentación, género y pobreza en los Andes ecuatorianos. Quito: Ediciones Abya-Yala.
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